jueves, 12 de abril de 2012

EE.UU.: La política expansiva no garantiza salida de la crisis

Con la difusión de datos de los últimos días se prendieron las luces amarillas nuevamente. La economía de Estados Unidos generó 120.000 puestos de trabajo en marzo, por debajo de lo esperado. La tasa de desempleo se redujo una décima, quedó en 8.2%. Estos datos fueron celebrados por el Gobierno, pero pueden no estar reflejando necesariamente más empleo, sino menos cantidad de personas en búsqueda laboral.
  
El Presidente Obama destacó al sector privado por crear 4 millones de puestos durante los últimos dos años, y más de 600.000 en lo que va del año. El primer trimestre se esgrime como el más dinámico post crisis 2008/9, pero tal vez sería conveniente mirar también otros indicadores para tener una mejor visión al respecto:
  
Primero. Los puestos de trabajo creados durante marzo son exactamente la mitad que los generados en  febrero, son 155.000 menos que los de enero y 74.000 menos que los creados durante el mismo mes del año anterior.
   
En segundo lugar, en el período de julio 2007 a diciembre 2009 se perdieron 8.368.000 puestos y si bien hasta el momento se recuperaron millones de empleos, es tan bien cierto que significan solamente 42% de lo perdido y que quedan aún 4.866.000 sin resolver.
   
Tercero. El desempleo bajó al 8.2% desde los máximos de 10.1% registrados en octubre 2009. Sin embargo hay sólo tres períodos post Segunda Guerra Mundial (SGM) en los cuales se registró un desempleo superior a 8%: en 1975 cuando se registraron 12 meses con desempleo igual o superior al 8%. En los ´80  (nov.81-ene.84) cuando fueron 27 meses en total, y en la actual crisis, donde van 38 meses hasta el momento. Esto evidencia que el desempleo permanece en umbrales más altos por mayor tiempo que en las crisis de mayor importancia de las pasadas.
   
Otros dato importante lo constituye la cantidad de semanas que un americano permanece desempleado (Ver gráfico I). Si bien ha mejorado algo en los últimos meses, hoy llega a 39,4 semanas promedio, casi el doble que el peor registro pre crisis que corresponde a (jul.83).
    
    
Lo mismo ocurre con el porcentaje de empleados sobre la población más activa (25 a 54 años), donde el 75.8% se encuentra empleado. En momentos previos a la crisis, en enero de 2007, alcanzaba 80.3%. El peor registro de la crisis (74,7%) corresponde a noviembre 2010. Es decir, la franja poblacional más activa de la sociedad no recuperó ni 20% del empleo destruido durante la crisis.
  
   
Hay quienes piensan que la política no ha sido lo suficientemente expansiva, sin embargo, ¿qué más se le puede pedir a la Reserva Federal en materia de estímulo? La tasa de corto plazo de la FED se encuentra en niveles atípicamente bajos, desde noviembre de 2008 cercana al 0%, y tasas reales negativas. Incluso la entidad manifestó intenciones por mantenerlas de ese modo varios años más.  Más aún, la FED se embarcó en métodos más heterodoxos (jugando casi al límite), como la recompra de activos del tesoro e inmobiliarios, conocida como QE1 y QE2. Esto originó una expansión monetaria no vista ni siquiera durante la SGM.
      
Por el lado fiscal, el déficit aumentó fuertemente a partir de 2008 al igual que la deuda pública que en 2011 superó 100% del PBI, cuando en la “crisis de la deuda de los 80”, la relación era la mitad que la actual. Como si fuera poco, las proyecciones oficiales más optimistas, perpetúan el signo negativo en los resultados fiscales como mínimo hasta el 2018.
  
La evidencia parece ser concluyente, la dinámica de Estados Unidos demuestra que las políticas expansivas per sé no garantizan el resultado, aunque puedan oxigenar en algún momento si no están bien dirigidas pueden, incluso, ser contraproducentes de largo plazo.
  
Claramente se enfrenta una crisis no convencional y la solvencia es uno de los indicadores bajo sospecha. Todas las crisis son distintas, pero esta parece ser la más diferente de todas por varias razones (tamaño, durabilidad, contagio a países y sectores, etc.) Por eso, que el buen criterio, el ingenio, la innovación, la justeza, la visión de largo plazo y el compromiso con las futuras generaciones deben estar presentes a la hora de delinear las políticas. Porque gastar mucho y rápido es fácil, ahora gastar mucho, rápido y bien es otra cosa.